Queridos lectores:

Tras releer la anterior entrada me he dado cuenta de que no se muy bien como continuar la historia así que voy a lanzarme directamente a la aventura, y voy a dejar los detalles económicos y de reservas para el final.

Pues bueno, tras andar organizando el viaje durante dos intensos meses, por fin llegó el día gloricioso, 22 de Julio. Dado que como siempre nuestro presupuesto era muy reducido cogí los billetes de avión sin equipaje facturado, por lo que viajábamos con mochilas bastante pequeñas, de unos 30-40 L, así que llegado el día yo preparé la mía la noche anterior y cuando me desperté cogí todo y me dirigí a la estación de trenes de Abando (Bilbao), donde me esperaban mis dos compañeras de aquí. Fuimos en tren por que encontré una buena oferta de renfe.

El viaje en tren fue por lo menos divertido. Aunque nos quedamos dormidos gran parte del trayecto fue un buen momento para jugar a las cartas y echarnos unas risas.

El viaje a Madrid fue de 4 horas, y cuando llegamos tras dejarle unas bolsas a mi hermana que estaba viviendo allí, nos fuimos a dar una vuelta por el centro hasta la Plaza del Sol. Hacía un calor horrible (35º), así que tras comprar una botella de agua, entramos al metro y ya nos dirigimos al aeropuerto, donde nos juntamos con el resto del grupo. ¡Ya estábamos los 6!


Una vez en el aeropuerto pasamos el control, y aquí nos dimos cuenta de la poca seriedad de WizzAir. Nosotros volábamos con ellos, y según los billetes que teníamos comprados sólo podíamos llevar un equipaje de mano PEQUEÑO (una mochila de tamaño menor a 42x32x25 cm). Obviamente nuestras mochilas eran algo más grandes, e íbamos preocupados por que no queríamos que nos cobrasen más de la cuenta, pero resulta que ni nos miraron las mochilas. 

Montamos en el avión, y ya despegamos. El viaje fue muy tranquilo hasta la hora de aterrizar. Ya había oído que los aviones de WizzAir no estaban bien presurizados o algo del estilo. No se si sería cierto o no, pero al aterrizar a todos nosotros se nos taponaron los oídos y teníamos un dolor de cabeza horrible. Yo personalmente tenía la sensación de que me iba a explotar. Fue bastante incomodo aterrizar, pero una vez en tierra respiramos aire fresco, y ya pudimos volver a estar bien. 

En el aeropuerto nos esperaba un amigo que hizo mi hermana cuando estuvo de Erasmus en Hungría, con una botella de Palinka, un licor típico húngaro. Nos dio los billetes para el transporte, y nos acompañó hasta el hotel. Desde el aeropuerto cogimos autobús hasta una parada en medio de la nada. No os puedo concretar lineas por que no me acuerdo de cuales eran. Desde ahí cogimos otro autobús hasta Arany János utca. Ahí cenamos en uno de los puestos de calle que hay un Lángos, que es como una torta frita con salsa agria y queso por encima. Es típica de Hungría (yo ya la conocía de la anterior vez que visité el país), está riquísima y AVISO: LLENA MUCHO. Es consistente, y con una tiene para un buen rato, y no es muy cara.



 De ahí nos dirigimos al hostel que está justo al lado. El hostel era el Boomerang hostel, el cual lo recomiendo muchísimo, por que las habitaciones están muy bien, el desayuno es bueno, el servicio también, y dan muchas facilidades. Aquí os dejo la ubicación y la web. Único requisito, pagar en metálico. Nuestro amigo nos ofreció ir a ver el parlamento de noche pero era demasiado tarde así que dos de nosotros nos quedamos en la habitación, y el resto se fueron a verlo. Más tarde fuimos todos de nuevo a verlo.

El resto de la aventura en Budapest os la cuento en la próxima entrada, que la subiré o dentro de mucho (espero que menos de 10 días, no como esta vez)

Un saludazo!!!!!

Josu

Publicado el 29/12/2016

0 comentarios :

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario