Queridos lectores:

Aquí estoy de vuelta para seguir relatando la aventura del interrail. Dado que me estoy alargando un poco con la historia, este será mi último post sobre el viaje.

Después de cruzar la frontera de Serbia con Hungría el tres siguió su curso hasta llegar a la magnífica estación de Keleti. Nunca va de dejar de asombrarme esta magnifica estación de trenes, de estilo ecléctico construida en 1884 por Gyula Rochlitz y János Feketeházy. Es una de los edificios que más me gusta de Budapest.

Como llegamos algo tarde y estábamos cansados, fuimos directamente al hostel, que fue el mismo que la última vez, por lo que simplemente os dejo el link. Dimos una vuelta por el centro, comimos pizza del metro en la estación Deák Ferenc, y luego nos preparamos para salir a tomar algo, donde nuestro amigo que vivía en la ciudad y con el que quedamos, nos descubrió el Instant. Un club que reunía todo tipo de estilos en una antigua casa y el la que había muy buen rollo. 

Tras unas cuantas copas y unas cuantas anécdotas que escribir en nuestros cuadernos de bitácora, volvimos a dormir, ya que al día siguiente debíamos coger un tren con destino Praga, de nuevo desde la magnifica estación de Keleti.

Una vez a bordo del tren que conecta las dos ciudades, nos acomodamos y dejamos que una vez mas el paisaje corriera ante nuestras miradas. Hicimos una parada en la frontera para hacer cambio de máquinas y otras dos paradas en las estaciones de Bratislava y Brno, para finalmente encabezar el recorrido hasta Praga. 

Llegamos de noche asi que nos dirigimos directamente a nuestro hostal. El hostel advantage, estaba situado en la avenida principal de Sokolská, a unos 15 minutos de la estación, y la verdad es que relación calidad precio estaba muy bien. Según llegamos estabamos muy cansados por lo que nos metimos en la cama y esperamos al día siguiente para descubrir la ciudad.

Praga, capital de praga y la región de bohemia, fue poblada desde el paleolítico por tribus celtas, fue una de las ciudades más importantes de Europa durante los siglos XVIII y XIX, sufrió las consecuencias de dos guerras mundiales, y hoy día, renovada, una de las ciudades más atractivas de Europa, formando parte de las tres ciudades imperiales de Europa (Viena, Praga y Budapest). Su casco antiguo es patrimonio de la humanidad de la UESCO desde 1992, y envuelve a cualquier persona que lo visite.

Al despertarnos, desayunamos, preparamos las mochilas, y salimos a patear las calles, ya que solo teníamos un día para visitar la ciudad, y el cansancio se iba acomulando. Lo primero que visitamos fue la "Dancing House", una casa de estilo deconstructivista diseñada por el arquitecto Vlado Milunic. Desde ese punto caminamos por el borde del río Moldava hacia el norte para desde el puente de Carlos (uno de los principales puntos de interés de la ciudad) iniciar un lento ascenso hacia el Castillo de la ciudad. La subida se hizo dura debido al cansancio y el calor. El castillo de Praga es un conjunto arquitectónico construido en el siglo IX, y ha servido de residencia para diferentes reyes, y es considerado el castillo antiguo más grande del mundo. En su interior, alberga la catedral de san vito, construida en 1344 de estilo gótico, es un imponente monumento visible desde toda la ciudad y de visita obligatoria.































Tras la visita al castillo descendimos por la parte vieja hasta llegar a la plaza de la iglesia de San Nicolas donde comimos. Una vez llenados los estómagos, y habiendo probado el rollo de canela (que es un sucedaneo del Kurtoskalacs húngaro, siendo este último el original), nos dirigimos a la búsqueda del famoso muro de John Lennon, que es bastante dificil de encontrar, por lo que si estáis interesados en visitarlo, os recomiendo clickar en el link que os he dejado para conocer la ubicación. 

Tras sacarnos unas cuantas fotos, volvimos al puente de Carlos, para visitar la plaza central, donde se encuentra el mercado (donde comimos un codillo estupendo), el reloj astronómico y el campanario, los que son un "must" más de Praga. En este punto el cielo se había nublado, y empezó a llover así que tuvimos que dejar cualquier expectativa de hacer turismo a fondo. Visitamos el barrio judío donde de encuentran numerosas sinagogas y el famoso cementerio judío. Todas las visitas a estos edificios son de pago, y existen pases para más de un edificio.

Como ya estábamos muy cansados y llovía, decidimos hacer alguna compra y volver al hostel. Dormimos un poco y luego cenamos. A la noche como despejó, nos preparamos y salimos de fiesta a la discoteca Karlovy Lázne, famosa por tener muchos pisos. Si eres joven, es una experiencia que sin duda recomiendo. Con esto cerramos el día en Praga.

Al día siguiente teníamos que coger nuestro tren. Madrugamos con dolor de cabeza a nuestro pesar, nos lavamos y partimos hacia la estación Holesovice, desde donde salía nuestro tren dirección Budapest.




El viaje se realizó según lo previsto,y hacia el atardecer llegamos a la estación de Keleti. La carga del viaje se acumulaba sobre nuestras espaldas, y estábamos cansados, por lo que nos dirigimos al hostel (el mismo que las dos veces anteriores) a dejar nuestras cosas y terminamos el día dando un paseo por la ciudad. 

Cuando nos despertamos hicimos nuestras mochilas y nos preparamos para disfrutar de nuestro último día de viaje. Dado que nuestros cuerpos estaban al límite y cargados de experiencias, decidimos tomarnos el día de descanso e ir al balneario Széchenyi. Este balneario se sitúa en el parque de Városliget y es accesible por la línea 1 (amarilla) del metro. Para mas información sobre las termas os dejo el link a su página. 


A la tarde, recogimos nuestras mochilas y nos dirigíos al aeropuerto. El aeropuerto de Budapest es accesible por metro y autobús. El metro línea 2 (azul) lleva hasta una terminal de autobuses desde la cual se coge el autobús al aeropuerto.

El viaje había terminado. Las baterías estaban bacías pero nuestro cuerpo se había llenado de experiencias y momentos extraordinarios que nunca vamos a olvidar. Partimos de España con mil incertitudes, y volvimos llenos de adrenalina. Entre nosotros construimos un lazo de amistad que siempre conservaremos. 

Tras el viaje el hambre de viajar se hizo más grande.

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